La célebre novela infantil del aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, que desapareció en un vuelo durante la Segunda Guerra Mundial, es el segundo libro más traducido después de la Biblia y lleva vendidos más de 140 millones de ejemplares alrededor del mundo.
Por: Carlos Daniel Aletto – Télam S.E.
El Principito, el texto más conocido del aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, cumple este jueves 80 años y sigue siendo, después de la Biblia, el segundo libro más traducido del mundo entero con ediciones en más de 250 lenguas y más de 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo.
El Principito fue publicado por primera vez en Estados Unidos, el 6 de abril 1943, por la editorial estadounidense Reynal & Hitchcock, en inglés y en francés. La prestigiosa editorial francesa Gallimard tuvo que esperar hasta después de la liberación de Francia, en 1945, para poder editar el volumen. Desde ese entonces, el texto se tradujo a más de 250 lenguas, entre ellas el tamil y el quechua y hasta ha tenido tres millones de lectores en mandarín.
Caso llamativo fue su primera traducción al español, realizada por Bonifacio del Carril y publicada por Emecé Argentina en septiembre de 1951, aprobada por los herederos y conteniendo las ilustraciones originales. Aunque se calcula que ya se han vendido alrededor de cinco millones de copias de la edición argentina, desde la editorial no hay planes en marcha para una nueva edición.
Durante su exilio en los Estados Unidos, después de la batalla de Francia, Antoine de Saint-Exupéry, escribió e ilustró El Principito. En medio de una crisis personal y con una salud cada vez más deteriorada, creó casi la mitad de sus obras más conocidas, incluyendo este libro considerado de literatura infantil. Para el filósofo Martin Heidegger, la novela es una de las grandes obras del existencialismo. La obra aborda una crítica a la adultez y temas profundos como el sentido de la vida, la soledad, la amistad, el amor y la pérdida.
Desde su publicación, El Principito tuvo numerosas adaptaciones en grabaciones de audio, obras de teatro, películas, ballets, óperas, series animadas y animé. Una de las críticas que han recaído sobre los propietarios de los derechos de autor es el negocio creado alrededor de ese texto: hay productos derivados por todas partes, que van desde paños de cocina hasta calzoncillos, también hay museos en todo el mundo, parques de atracciones y ediciones de coleccionista en cada aniversario, porque los 80 no son una excepción. Como demostración de la cotización e torno a su obra, incluso las expresiones “le Petit prince” o “dessine-moi un mouton” (dibújame una oveja) han sido registradas como Propiedad Intelectual (INPI).
A pesar de que en muchos países, como Argentina, los derechos son libres a partir del 2015, en Francia, Le Petit prince entrará en el dominio público en 2032. La obra de Saint-Exupéry se beneficia de la extensión de la duración de los derechos otorgados a los autores muertos por Francia: Antoine de Saint-Exupéry desapareció en el mar, frente a la costa de Córcega, con su avión durante una misión de reconocimiento, el 31 de julio de 1944. “A partir de 2032, se podrá editar el texto del Petit Prince sin pagarnos regalías. Pero esta pérdida de ingresos representará de todos modos solo el 20% de nuestros ingresos”, explicó Olivier d’Agay, el propietario de los derechos de Saint-Exupéry, en 2019 a la revista francesa L’Obs.
En El Principito un piloto se pierde en el desierto del Sahara después de que su avión sufriera una avería. Allí conoce a un pequeño príncipe procedente de otro planeta. Las críticas a las cosas “importantes” y al mundo de los adultos aparecen a lo largo de la narración. Por ejemplo, se encuentran con un rey, que sólo da órdenes que se pueden cumplir e incita al principito a juzgarse a sí mismo. O el famoso encuentro entre el principito y el zorro, animal que le enseña el verdadero significado de la amistad y la esencia de las relaciones humanas.
De hecho, la esencia misma del libro se refleja en el secreto que le da el zorro al principito: “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. Además, otras temáticas principales son expresadas a través de frases del animal, como “te haces responsable para siempre de lo que has domesticado” y “fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”.
Sus frases forman parte de un imaginario que va de Argentina a Francia y a cada rincón donde el libro caló con su impronta: “Lo esencial es invisible a los ojos” . Es más, en 2009, durante la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, en Copenhague, algunos intentaron reciclar El Principito como ícono ecologista. Inmediatamente los retractores recordaron que el pequeño personaje hegemónico, blanco y rubio se empeñó en arrancar los baobabs que crecían en su planeta. Aunque muchos ya habían analizado que estos baobabs eran una metáfora del fascismo que efectivamente devoraba el mundo en 1943.
Con ironía, la revista L’obs señala que El Principito no pasa la prueba de Bechdel, un test que la autora de cómics estadounidense Alison Bechdel utiliza para determinar si una obra es feminista, a partir de tres condiciones: debe haber al menos dos mujeres con nombres y apellidos; deben hablar entre ellas y, de hacerlo, sobre algo que no tenga nada que ver con un hombre. El único personaje femenino en El Principito es la rosa que se comporta como una niña mimada. El chico viaja a siete planetas diferentes, pero no encuentra una sola mujer. Todos hombres: un rey, un bebedor, un vanidoso.
Saint-Exupéry despegó de Córcega a las 8.45 del 31 de julio de 1944 con la intención de tomar fotografías de Annecy y Grenoble, ciudades ocupadas por los alemanes. Contaba con combustible suficiente para volar durante seis horas, pero no volvió. Esta fue la última vez que se le vio. Desaparece de la misma forma, misteriosa, que su personaje luego de ser mordido por la serpiente.
Antoine de Saint Exupéry había nacido el 29 de junio de 1900 en Lyon. Era el tercer hijo del Conde Jean-Marie de Saint-Exupéry y Andrée Marie Louise Boyer de Fonscolombe, un matrimonio aristocrático venido a menos. Su padre había fallecido cuando él tenía cuatro años y la familia había tenido que ir a vivir al castillo familiar de Saint-Maurice-de-Rémens. Muchos de estos recuerdos de infancia fueron relatados en su obra literaria años después. Exupéry había estudiado en colegios jesuíticos y maristas y había leído a Baudelaire, Balzac y Dostoievski.
Visitó la Argentina, donde conoció a su esposa. El 12 de octubre de 1929, Saint Exupéry llegó a Buenos Aires como director y encargado de organizar la filial argentina de la Aeropostale para toda América Latina. Esta experiencia inspiró su novela Vuelo Nocturno, publicada en diciembre de 1931. Frecuentaba los cabarets Tabaris y Armenonville y disfrutaba de los tangos interpretados por las orquestas de moda de la época. Uno de sus grandes amigos fue el cineasta Luis Saslavsky, a quien conoció en una librería de la calle Florida.
Consuelo Suncín-Sandoval Zeceña, una artista plástica salvadoreña (nacionalizada argentina), amiga del presidente Yrigoyen y viuda del escritor Enrique Gómez Carrillo, entró en la vida de Saint Exupéry en septiembre de 1930. En enero de 1931, él regresó a Francia para casarse con ella . Su esposa se convirtió en el modelo para el personaje de la rosa de El Principito.
En 1946, dos años después de la desaparición de su marido, Suncín-Sandoval Zeceña escribió un relato sobre la vida que compartió con Antoine de Saint-Exupéry. Esta autobiografía en francés, titulada Memorias de la rosa, nunca fue publicada en vida de la mujer. La obra salió a la luz en el año 2000. Las memorias se convirtieron en unas de las más famosas de Francia y la relación con su marido fue retratada en la película Saint-Ex, protagonizada por Bruno Ganz y Miranda Richardson.
A 80 años después de la primera edición de El Principito sólo quedan las palabras, frases devaluadas por el uso y el mercado y un pequeño príncipe que nunca sabremos si ha regresado a su asteroide.
Estos son los récords Guinness que tiene “El Principito”
El famoso libro de Antoine de Saint-Exupéry ha sido el favorito de chicos y grandes tiene entre sus curiosidades ser uno de los más traducidos e incluso tener una edición destacada como el libro más grande que se haya publicado
La historia de El Principito ha conmovido a varias generaciones por el mensaje que transmite Antoine de Saint-Exupéry, quizás por esa atracción que suscita entre lectores de todas las edades, la historia del pequeño príncipe y su diminuto planeta también ha conseguido algunos récords Guinness: uno de ellos es el de haber sido el autor con más traducciones por el mismo libro y el otro es haber sido el libro más grande que se haya publicado.
Saint-Exupéry no pudo ver la gran importancia que tuvo su obra, pues murió antes de que llegara el éxito a su novela corta, pero desde entonces ha sido muy popular hasta el punto de alcanza el mayor número de traducciones.
Primer récord
El libro Guinness menciona que, desde su primera publicaciones en abril de 1943, “El Principito” se ha traducido a más de 382 idiomas y dialectos diferentes, incluyendo lenguas originarias como el maya o incluso varias ediciones en braille, superando a obras como “El Quijote”, “Pinocho” y “Alicia en el país de las maravillas”.
Aunque normalmente se cree que el libro se escribió en Francia, por la nacionalidad de su autor, la realidad fue que Saint-Exupéry lo escribió en Estados Unidos, donde estaba exiliado a causa de la Segunda Guerra Mundial. El libro no llegó a Francia hasta 1946.
Esta popular historia, que cuenta con más de 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, fue traducida por primera vez al español por Bonifacio del Carril y editada por Emecé. Desde ese entonces se han hecho innumerables versiones.
Segundo récord
Otro de los récords que “El Principito” rompió fue el de haber sido el libor más grande que se haya publicado.
Esta edición fue realizada por Eidouro Gráfica e Editora Ltda. (Brasil) y se presentó en la XIII Feria Bianual del Libro de Río de Janeiro, en el 2007. El libro mide 2.01 metros (6 pies 7 pulgadas) de alto y 3.08 metros (10 pies 1 pulgada) de ancho cuando está abierto.
A pesar de ser una de las obras más reconocidas de la lengua francesa esta se encuentra en la colección permanente de Morgan Library & Museum de Nueva York, ya que obtuvo el texto en una subasta en 1968.
No fue sino hasta el 2022 cuando el manuscrito llegó a Francia por primera vez en la exposición “À la rencontré du Petit Prince” realizada por el “Musée des Arts Décoratifs”.